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Por qué no hay que decir a los niños “Date prisa”

Desde que tengo hijas he tenido que rendirme a la evidencia de que una se convierte en madre cuando empieza a decir todas aquellas frases que había escuchado a su madre durante toda su vida: “Cómetelo todo”, “yo veo todo lo que haces”, “deja de gritar”, “recoge tu habitación”… son frases inevitables en esta nueva etapa.

Sin embargo, hay una frase que se repite constantemente a cada minuto de mi vida maternal, y amenazaba con instalarse en nuestra vida familiar: “Date prisa”.

Una frase de madre que veo totalmente innecesaria y contraproducente para los niños, y que si analizamos bien, no tiene ningún sentido.

Te explico las razones por las que no hay que decir a los niños “Date prisa”
Por qué no hay que decir a los niños «Date prisa»

Por qué no hay que decir a los niños

El día a día es una vorágine constante de cosas que hacer: colegio, trabajo, extraescolares, deberes, cena, baños… ¡Socorrooooo! Tenemos una agenda más apretada que la de un ministro, y no tenemos ni un minuto que perder ¡hasta el yoga que hago para relajarme lo hago con prisas!: “Por favor, relajación date prisa en llegar que tengo que hacer la cena”

Ese estrés diario se lo transmitimos constantemente a los niños, y un día me vi repitiendo la odiosa frase “Date prisa” sin motivo alguno. Se había enquistado en mi repertorio de frases de madre y la repetía una y otra vez a cada momento, incluso cuando disponía de tiempo.

Me ví metiendo prisas a mis hijas cuando pintaban, cuando hacían los deberes, cuando se bañaban, cuando íbamos de paseo,etc, sin darme cuenta de que los niños se mueven a ritmos distintos.

Para mis hijas todo en el mundo era una novedad: el brillo de las luces de los semáforos, su reflejo en los escaparates de las tiendas, la forma que dibujan los troncos de los árboles, el vuelo de las hojas al caer al suelo, incluso la distancia de sus pasos al andar. Querían descubrir el mundo que les rodea y yo no las dejaba; y me pareció que era algo así como si yo fuera de viaje a una nueva civilización en Marte y alguien me dijera que todo lo que estaba viendo no tenía importancia. Le estaba restando valor a todas las cosas que se encontraban a nuestro alrededor, cuando lo cierto es que esas cosas mundanas son las que realmente construyen nuestro mundo.

Yo, como adulta aburrida, había dejado de observar el mundo a cambio de las prisas. Incluso tú que estás leyendo este post apenas tienes tiempo de hacerlo, y por eso tengo que conseguir contarte tantos sentimientos en tan pocas líneas, olvidando y dejando de lado la literatura y aplicando la practicidad ¿cuánta información puedo transmitirte en estos dos minutos?

La frase “date prisa”, usada en todo momento, hace que nuestros hijos dejen de disfrutar el camino de la vida, para llegar una meta, que no sabemos cuál es ¿la muerte? El camino en sí, es la única razón para recorrerlo ¿de qué me sirve pasear si no me fijo en cada piedra que forma el camino?

Que el niño tenga tiempo para elegir qué color usará en su próximo dibujo, que saboree los diferentes sabores del plato con calma, que mire al techo y encuentre formas en los defectos de la pared, que mire las antenas de las hormigas durante horas, que descubra los rasgos de su cara frente al espejo… es parte de su aprendizaje ¿por qué pervertirlos con el reloj?

¿Y como madre qué puedo hacer? Relájate y déjate llevar. Redescubre el mundo de nuevo a través de los ojos de tus hijos, deja de decir “date prisa”, y empieza a apreciar las pequeñas cosas que ofrece el día a día.