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Esclerosis múltiple, su diagnóstico y tratamiento

Las células nerviosas se componen de una especie de “cable” que por dentro se llama axón y por fuera tienen una capa protectora llamada mielina.

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune que afecta al cerebro y la médula espinal. Al inicio se produce una inflamación que lesiona la mielina de las fibras nerviosas. Luego hay una degeneración cuando se lastiman los axones. Esto altera o interrumpe la conducción de los impulsos eléctricos y causa la aparición de los síntomas, de manera súbita.

“De repente la persona tiene un trastorno de la visión en un ojo, le duele, no ve bien, no ve bien los colores. Puede haber parálisis de un lado del cuerpo, o se le adormece un brazo o una pierna. Puede tener problemas de coordinación y de equilibrio, o quedar paralizada de ambas piernas.

Al inicio de la enfermedad el cuerpo logra subsanar los síntomas y el paciente mejora en dos, tres o cuatro semanas, pero si se deja avanzar, tendrá recaídas y podría llegar a tener secuelas permanentes. Por eso es importante hacer un diagnóstico temprano”, explica el Dr. Fernando Gracia, jefe del Departamento de Neurología del Hospital Santo Tomás.

Algunos pacientes presentan trastornos de memoria, y aunque su inteligencia está bien, su pensamiento es un poco más lento. Pueden deprimirse más fácilmente y tener un síndrome de fatiga crónica.
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Para hacer un diagnóstico, el médico se basa en el cuadro clínico y en exámenes como la resonancia magnética y del líquido cefalorraquídeo. También se hace un estudio neurofisiológico del nervio óptico llamado Potencial Evocado Visual.

La EM afecta más a personas entre los 20 y 40 años. La incidencia es mayor en las mujeres y en poblaciones caucásicas. Se considera que hay una predisposición genética y se han asociado unos 78 genes al desarrollo de la enfermedad.

Hay factores ambientales o tóxicos que, junto con la genética, pueden influir, entre ellos, la carencia de vitamina D, el hábito de fumar y haber estado expuesto a mononucleosis infecciosa causada por el virus de Epstein Barr.

En 2009, la frecuencia de la EM en Panamá era de 5.2 casos por 100 mil habitantes. La actualización del registro nacional reveló que hay de 15 a 20 casos nuevos anuales y en 2015 la incidencia era de 7.1 por 100 mil habitantes. El promedio de edad de los pacientes es de 33 años.

La EM no tiene cura, pero se controla con fármacos. Se han hecho estudios con células madre, pero eso aún está en investigación, detalla el Dr. Gracia.

Además del tratamiento temprano y la adherencia al mismo, es importante que el paciente haga ejercicio (un fisioterapeuta le puede hacer un programa especial). También debe tener una alimentación sana, no comer mucha sal y se recomienda evitar la obesidad. No debe exponerse al calor excesivo ni fumar. El apoyo de la familia y las amistades es fundamental.

En el Hospital Santo Tomás hay una clínica de EM, en la cual se hace un abordaje multidisciplinario de los pacientes y también existe la Asociación Nacional de Pacientes con EM, Familiares y Amigos (Anpemufa).
Fuente: prensa.com