Amenaza de Trump al ex director del FBI
En una nueva escalada en la peor crisis de su presidencia, Donald Trump amenazó vía Twitter al ex director del FBI James Comey, a quien echó esta semana, para impedir que filtre información y hable con la prensa, a la cual le hizo otra advertencia: podría suspender los encuentros periódicos en la Casa Blanca donde los periodistas hacen preguntas a sus voceros.
Desatado, Trump cerró una semana descabellada, que dejó alborotada a Washington, con seis mensajes contra Comey, los demócratas, la prensa y el Rusiagate, el escándalo por la intromisión de Rusia en las elecciones presidenciales y las sospechas de que hubo un pacto entre su campaña y el Kremlin.
Con su credibilidad deshecha, Trump se despachó luego de que el relato original que dio la Casa Blanca sobre el despido de Comey -un terremoto político- se desarmó al ser refutado en los últimos tres días por la prensa, el FBI y, en última instancia, él mismo.
A las contradicciones sobre los motivos que lo llevaron a echar a Comey se sumó otra más: dos versiones sobre una cena entre ambos, revelada por Trump, quien sugirió, además, que podía haber «grabaciones» de sus conversaciones perjudiciales para Comey.
Trump había dicho a la cadena NBC que Comey pidió verlo, y que le aseguró que no estaba bajo investigación, una declaración atípica y, para muchos, indebida. Varios medios, entre otros The New York Times y la cadenas CNN y NBC, señalaron que fue al revés: que Trump invitó a Comey para exigirle su lealtad y Comey se rehusó. Además, nunca le aseguró que no era investigado, indicaron fuentes vinculadas a Comey.
«¡Más le vale a James Comey que no haya grabaciones de nuestras conversaciones antes de que empiece a filtrarlas a la prensa!», amenazó ayer Trump en uno de sus mensajes.
El mandatario republicano también advirtió que podría suspender los encuentros regulares de sus voceros con la prensa, al afirmar que «no es posible» comunicar con «perfecta precisión».
«Como un presidente muy activo con un montón de cosas sucediendo, ¡no es posible para mis sustitutos pararse detrás del podio con perfecta precisión!», escribió Trump en Twitter. «¿Tal vez lo mejor para hacer sería cancelar todas los futuros «informes de prensa» y entregar respuestas escritas por el bien de la precisión?», preguntó. Luego redobló la apuesta, al afirmar que era «una buena idea».
La seguidilla de mensajes de Trump cimentó la crisis política y de credibilidad en la que quedó envuelta su presidencia tras una decisión que abrió una guerra entre la Casa Blanca y el FBI. Las sospechas se arraigaron en Washington, donde las denuncias de encubrimiento y la especulación respecto de un juicio político al presidente parecieron, por momentos, temas diarios de conversación.
El equipo de prensa y funcionarios de la Casa Blanca corrieron detrás de la realidad, en un forcejeo para acomodar el relato a las críticas y los volantazos de Trump.
El secretario de prensa, Sean Spicer, se limitó a decir ayer que el mensaje a Comey no era una amenaza, y que Trump no tenía nada para agregar. No negó que el magnate grabara conversaciones en el Salón Oval.
Los demócratas, más explícitos en la crítica que sus colegas republicanos en la defensa, reaccionaron con consternación ante la erupción de Trump. «Su credibilidad ha sido destruida», dijo el senador Dick Durbin. «Estamos sin duda en una crisis de confianza», agregó el congresista Elijah E. Cummings, ícono del movimiento por los derechos civiles.
La crisis había empeorado ayer, cuando Trump, en su entrevista con NBC, dijo que tenía decidido echar a Comey «independientemente» de lo que dijera el Departamento de Justicia. Además reconoció que al tomar la decisión pensó en el Rusiagate, al que ninguneó -otra vez- como una «historia inventada». Para el FBI es una «investigación altamente significativa».
«Cuando tomé la decisión, me dije a mi mismo: esta cosa de Rusia con Trump es una historia inventada, es una excusa de los demócratas por haber perdido unas elecciones que deberían haber ganado», señaló Trump a NBC.
Ayer hizo hincapié en la misma idea en otro mensaje en Twitter: «De nuevo la historia de que hubo colusión entre los rusos y la campaña de Trump fue fabricada por los demócratas como una excusa por perder la elección».
Trump insistió una y otra vez que no hubo colusión entre él, su campaña y el Kremlin. Ayer, sus abogados afirmaron en una carta que Trump no tuvo «ingresos de ningún tipo de fuentes rusas», salvo «pocas excepciones».