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Las cadencias del ‘rock’ de Diafragma

Diafragma pertenece a un grupo de músicos dentro del rock a los que, si solo fuese por su sonido, se les podría catalogar como tradicionalistas, armando su sonido dentro de los márgenes más estrictos.

Todo en este disco es rock, en la forma más literal de la palabra. En una era en la que buscar originalidad es una obsesión, Diafragma se contenta con flexionar los músculos de la estructura básica del rock y el punk, no necesariamente recayendo en el revivalism (tendencia a traer de vuelta del pasado ritmos y tendencias), pero sí en una especie de glorificación a los aspectos que ellos consideran más importantes dentro del género.

El ‘rock’ es mi salida, su álbum debut, consiste de 12 canciones erguidas sobre hard rock a lo Led Zeppellin, explosiones antiautoritarias heredadas de los Sex Pistols, la exaltación instrumental de Gustavo Cerati y una ligera dosis del tumbao latino que ocasionalmente aparece en discos de bandas nacionales como Señor Loop y Llevarte a Marte.

La producción es limpia y precisa. Todo suena espectacularmente grabado, dándole espacio a la banda para lanzar solos y liteos complejos, dignos de al menos un par de cuerdas rotas y humo saliendo del amplificador.

Instrumentalmente, nadie tocando aquí es un novato. Los miembros saben lo que están haciendo, y lo hacen bien.

Las letras son, ocasionalmente y por falta de una mejor palabra, clichés, tomando la forma de metáforas gastadas e ideas básicas que encontrarías en casi cualquier otro disco de rock en español, sazonado con una que otra denuncia a la hipocresía gubernamental y el concepto abstracto de usar el rock como un escape a los problemas de la vida.

Esto no es complementado por el vocalista, quien adopta una intención y alma punk que, en ocasiones, se siente fuera de lugar en su agresividad, tal vez demasiado bien grabada para sentirse amenazante o convincente sin también sonar ligeramente actuada, para lograr un sentido de drama y pasión.

Aun así, cuando se relaja y fluye con la música logra un feeling decente, apropiado, y es más bien otro instrumento que un vocero de mensajes.

Argumentaríamos que las mejores canciones son las instrumentales, como Aguamala y Pensamiento. En la primera, la banda se lanza en un jam de funk relajado, con un solo que otro volando por aire, mientras que la segunda muestra la devoción de Diafragma a Cerati, asemejándose mucho, la canción, al estilo de Soda Estéreo alrededor de la época de Dynamo.

Otros temas notorios son: Soy, lo más cercano que Diafragma ha llegado a tocar ska (o, alternativamente, a sonar como The Strokes); y Percepción, donde se aproxima al final y, sorpresivamente, la banda lleva la canción a un lugar muy similar al hardcore punk, aunque brevemente, antes de revertirse a su sonido establecido.

La simpleza instrumental y estilística que la banda panameña esboza puede, en ocasiones, ser contraproducente, ya que en un contexto mayor su sonido no registra como poco más que un punto, una señal en el radar musical.

Sin embargo, dudo que Diafragma esté buscando ser innovador o romper paradigmas. Si quisieran, son músicos lo suficientemente capaces como para hacerlo. En esto se los tengo que dar: son honestos en sus intenciones, motivaciones y objetivos. Aquí nadie quiere incendiar el mundo, nadie pelea por ser el más raro, aquí se viene a tocar y a vivir, y nada más.

En una era de obsesión por la originalidad (y, por lo tanto, plagada de farsantes), Diafragma se mantiene, puramente, como una banda de rock.