Arpías recargadas, Los aplausos no se hicieron esperar y los gritos de alegría fueron al unisono tras la salida de los actores.
Siendo más de las ocho de la noche, el escenario del Teatro Anayansi en Atlapa, se iluminó para darle paso al Chiquitín de Mama, quién era el telonero y tenía la tarea de encender la chispa y romper el hielo del público, claro para darle paso a la tan esperada y única función de las Arpías recargadas. Finalizada la presentación del comediante, pasaron pocos minutos para que el telón se abrierá y por fin vieramos en escena al gran César Évora. Sí, ese señor de las novelas de los 90′ y 00′ que ponía a suspirar, corrijó, pone a suspirar a su audiencia por su gran presencia actoral, voz y talento.
La obra inició con la presentación de la empleada doméstica y sus cercanos encuentros de no solo té por la noches con el patrón. Sí, todo un coqueto el gran César Évora. Amanece y llega la hija del extranjero con un gran secreto, dispuesta a ver a su padre, pero que se encuentra con la noticia de que fue asesinado. ¿Qué? ¿Quién lo mató? Empieza la dinámica entre los personajes, particularmente una casa tan grande, pero en la que solo han quedado mujeres. La abuela ebria, la tía lunatica, la nana que todo lo sabe, la doméstica sexy y nueva, la hermana adolescente y por último la nueva viuda, quién por cierto ahora es la dueña de todo, tras la muerte de los hijos. La hija que llega del extranjero empieza a interrogar a cada una de las integrantes de la casa, pero resulta que todas tienen una buena cuartada. ¿Alguien miente? En el desarrollo de la obra se empieza a demostrar que todas tienen un posible motivo y más allá, estuvieron a solas con el hombre y pudieron hacerlo. Cómo no si no fuera suficiente, al momento de llamar a la polícia, se percatan las mujeres que fueron cortadas las líneas telefónicas, los perros ahora están muertos y la casa ha quedado encerrada tras el gran aguacero. ¿Está el culpable entre ellos? Siguen los secretos saliendo a flote, hasta que llega la supuesta hermana de Marcelo, sí, papel que interpreta Évora y que la hermana no es otra que Victoria Ruffo. ¿Coincidencia? Cuándo llega la supuesta hermana a la casa, la cuál no es nada grata y no la quieren ahí, todas las miradas se colocan sobre ella. ¿Dónde estaba en la noche del asesinato? ¿Cómo conocía la habitación de Marcelo si nunca había ido a la casa? Cada mujer da su versión, pero todo se vuelve más oscuro. La abuela buscando sus acciones perdidas, la empleada contando sus infidelidades y la esposa, ahora viuda con ganas de abandonar todo y escaparese con su amorío.
Entre chistes y referencias a lugares en Panamá con su toque de humor negro, no se crean hasta Chiriquí entra en la colada, la trama llega a un punto en el que el espectador no sabe y empieza a cuestionarse sobre la posible asesina. ¿Quién de ellas mató a la principal fuente de ingresos de la casa? El final de la obra da un giro 360 y nos entéramos de los últimos secretos que escondían las mujeres y como cada uno de ellas con sus actos y traiciones son realmente unas verdaderas arpías que solo buscan sexo, placer o dinero. ¿Somos inocentes y mal compredidos los hombres? ¿Les contamos el final? La obra está producida por el mexicano Omar Suárez y dirigida por Benny Ibarra con la participación de Victoria Ruffo, Jacqueline Andere, Ana Patricia Rojo, Lorena Velázquez, Sherlyn González, Zoraida Gómez, Maribel Guardia, Lilia Blanco y el cubano César Évora. Es curioso como dentro de la obra también existen otras referencias a grandes novelas y series muy queridas por el público y que al momento de exponerlas quedan muy bien. Ejemplo claro el de El Chapulín y La Madrastra.