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Arañitas y venas varicosas

Las várices pueden aparecer en varias partes del cuerpo, en hombres y mujeres, pero principalmente en los miembros inferiores. Causan dolor, picazón, hinchazón y en casos avanzados, se pueden ver trastornos en el color de la piel y hasta úlceras.

Estas se producen cuando las venas se dilatan porque no pueden devolver de manera eficiente la sangre al corazón. Cuando la sangre se acumula, ejerce presión y la vena se distiende, explica el doctor Diego A. Badiola, especialista en medicina estética de la clínica Badiola.

Las arañitas vasculares son venas más superficiales y pueden ser signo de que hay un aumento de presión retrógrada en una vena más profunda.

Las venas enfermas afectan el aspecto físico y tienen un impacto psicológico, sobre todo en las mujeres. Algunas no quieren lucir un traje de baño, falda o pantalón corto porque se avergüenzan de su cuerpo. Esto merma su autoestima y calidad de vida.

Si tiene arañitas o venas hinchadas, es recomendable que acuda al médico para una evaluación, porque puede tratarse de una vena varicosa que se resuelve fácilmente, o ser un signo de otro problema más serio, como una complicación de una enfermedad venosa. Su médico de cabecera le puede orientar y referirlo a un especialista si es necesario.
¿Cuando aparecen?

La mayoría de las mujeres después de un embarazo tiene por lo menos una vena varicosa. Y en los adultos de más de 60 años, la incidencia es mayor.

Hay varias causas para la aparición de arañitas vasculares y várices, añade el doctor Badiola, pero la principal es la herencia. El sedentarismo, la obesidad, el estar de pie por mucho tiempo, el uso de anticonceptivos orales y el embarazo también influyen.

En la embarazada, el peso del feto y del útero a medida que crece ejercen una mayor presión sobre la vena cava inferior, y eso limita el retorno venoso de las piernas. “Es como poner el pie encima de una manguera, el flujo disminuye. Las venas tratan de devolver la sangre al cuerpo pero algo las presiona y eso causa la distensión”, dice Badiola.

Llevar un estilo de vida saludable, hacer ejercicio, sobre todo caminar, no fumar y tomar mucho líquido, pueden ayudar a evitar las várices o disminuir su tamaño si ya las tiene. Si trabaja de pie, puede usar medias compresivas y elevar las piernas varias veces al día, acostado, por encima del corazón.

Hay pastillas que contraen un poco el músculo liso de la vena tratando de que se apriete un poco y drene mejor, pero la mayoría de pacientes no ve mejoría. También hay cremas, pero no son una cura definitiva.

El tratamiento quirúrgico remueve la vena afectada y la sangre se redirecciona por venas sanas, más profundas. El médico debe evaluar antes si el paciente es o no un buen candidato para la operación.

Si la vena enferma no es muy grande, se puede hacer escleroterapia, que consiste en inyectar sustancias dentro de la vena para “irritar” el endotelio o la capa interna de células para dañarla o destruirla. El cuerpo la reabsorbe y la circulación iría por otra “ruta”. El láser hace básicamente lo mismo, pero usando calor. Cada tratamiento resuelve el problema en una vena específica, pero más adelante podría tener otra vena enferma. “Es como si fuera una verruga, se destruye una pero le puede salir otra en otro lado”.