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El Atlético no respeta al vencen al Bayern 1-0

El Atlético venció a uno de los gigantes de Europa, el Bayern Múnich, en un partido maravilloso. Lo logró después de una primera parte explosiva y una segunda en la que fue dominado a ráfagas por el rival, pero siempre amenazó con la sentencia al contragolpe. Desperdició un penalti que le hubiera dado tranquilidad al final del encuentro, una situación marca de la casa, pero acabó sumando los tres puntos para gobernar su grupo y enviar un claro mensaje a la aristocracia de este torneo. Este equipo se toma muy en serio desde un entrenamiento en el Cerro del Espino hasta duelos con campeones continentales.

En esos carteles motivadores que se cuelgan en las paredes de algunas oficinas hay uno con la leyenda «Ya no sé si es masoquismo o perseverancia seguir buscando algo que siempre acaba dañando». En partidos como el vivido esta noche en el Calderón se disipa la niebla de la duda y todo parece más sencillo: merece la pena ser testigo de la liturgia laica de la Champions con el desfile y formación de las escuadras, el himno un tanto pretencioso de la competición, el graderío comportándose como una singular criatura viva (o dos, si contamos la numerosa hinchada alemana asentada en el fondo norte), el pulso de cánticos y la máxima tensión sobre el césped.

El Atlético, del que ya no se discute su estatus en Europa, no hace tanto que sabía esto de oídas, por crónicas en sepia o porque lo experimentaban otros.En 2016 se habrá visto las caras con el Bayern Múnich cuatro veces en apenas ocho meses(habían pasado 42 años desde su primer encuentro) y se asume como normal. A pesar de las muertes en la orilla, el camino regala citas imponentes como esta, y de cara al futuro nada está escrito.

Al contrario de lo sucedido la pasada temporada, en la elección entre susto o muerte esta vez primaba el primero. No es lo mismo discutir por tres puntos que por un pase a la final. Así que Atlético y Bayern ventilaron un duelo trepidante sin renunciar a sus principios. Es el de Ancelotti un equipo que conserva el bloque y el libreto de los últimos años, aunque evolucionado. La posesión de la pelota como táctica de cortejo está bien, pero hay que culminar.

Este Bayern se anda menos por las ramas que el de Guardiola, que siempre se estrelló ante equipos españoles, y apuesta más por la verticalidad. No tuvo a Douglas Costa, aunque sí a Ribery, que lo intentó por el carril izquierdo y se topó con el eficaz Juanfran, auxiliado por Savic. Simeone, que tampoco es de retóricas, apostó por la velocidad de Fernando Torrespara sorprender en rápidas transiciones asociándose con Griezmann y Carrasco. El Niño, que cuajó un gran partido, tuvo en sus botas la primera ocasión a los diez minutos, pero le sobró un recorte ante Javi Martínez.

Más clara resultó la de Muller a continuación. Fue en un recurso que probaron a menudo los bávaros: pase desde la banda a la espalda de los defensas. Centró Thiago y remató Muller a bocajarro, obligando a Oblak a exprimir sus reflejos. Respondió Carrasco con un sprint y un duro disparo desde la frontal que despejó Neuer. La madera salvó al Bayern en la siguiente aproximación: Torres cabeceó y el balón se estrelló en el palo izquierdo. El partido estaba precioso y apenas había transcurrido media hora.

El Bayern trató de sacudirse el dominio del Atlético anclándose a Xabi Alonso, jugador que administra de forma admirable su segunda juventud. Parecía que los bávaros habían equilibrado la contienda cuando Griezmann se zafó de Thiago y cedió a Carrasco, que soltó un zurdazo espectacular: la pelota se coló en la portería tras tocar en el poste. El estruendo se debió escuchar varios kilómetros río arriba y río abajo.

Salvo el susto inicial protagonizado por Muller, los de Ancelotti mostraron escasos argumentos en la primera parte, con Lewandowski prácticamente inédito. La segunda la empezó con más brío. Un caracoleo de Ribéry acabó con remate de Alaba y despeje de Oblak a córner. El técnico italiano no esperó mucho en dar entrada a Robben, Hummels y Kimmich para tratar de revertir la situación. Los suplentes del Bayern le disputarían la Bundesliga a los titulares. Simeone dio descanso a un fundido Carrasco por Gameiro, una apuesta valiente para tratar de zanjar el asunto.

El primer balón que tocó el francés fue para armar una contra en la queTorres recordó al velocista de antaño. Después de superar a Hummels centró desde la línea de fondo y Griezmann cabeceó alto. Gaitán dio el relevo al de Fuenlabrada, que se fue en medio de una gran ovación. Simeone no dejó que el eco se apagara y provocó a la parroquia. Y llegó el penalti a Filipe, al que arrolló Vidal. Y la ejecución al larguero de Griezmann. El Atlético no sabe vivir sin esas cosas, eso lo sabe todo el mundo. Aunque esta vez no importó.